domingo, 2 de octubre de 2016

La in-utilidad de la fe

Al inicio del capítulo 17, Lucas presenta a Jesús haciendo una petición un tanto extraña a los discípulos: "Si tu hermano peca, repréndolo y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo»." (v. 3-4)  Frente a esta extraña petición, los Apóstoles contestan: "Señor, auméntanos la fe" (v.5) Pareciera como si la fe tuviera una relación directa con el perdón.  Una buena noticia: la fe cristiana, si es tal, es fuente de reconciliación auténtica. 

Jesús compara la fe con una semilla de mostaza, pequeña por naturaleza, aparentemente inútil, pero que lleva en sí misma, ahí en su inutilidad, una fuerza capaz de arrancar y plantar de nuevo. Continúa el relato lucano con un ejemplo que hace referencia al servicio de un siervo hacia su amo. Y concluye con una frase interesante:  «Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos siervos inútiles, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"» (v. 10)

Resalta de nuevo la palabra "in-utilidad". Un servicio in-útil. Y lo es. El servicio que la Iglesia pueda dar en los bordes, si de verdad brota del evangelio, será siempre un servicio in-útil, es decir, que no produce utilidad ni para ella ni para un sistema creador de víctimas. Cuando represente una utilidad, un margen de ganancia, en ese momento deja de ser un servicio que brota de la gratuidad del Evangelio.

Quienes tienen la gracia de colaborar en el trabajo pastoral de los bordes, pueden constatar que en muchas ocasiones no hay utilidad, no hay ganancia, no hay remuneración ni económica ni afectiva en el servicio realizado. Por el contrario, puede haber mal interpretaciones, calumnias, rechazo. 

Esta es la in-utilidad de la fe: en los primeros versículos (3 al 15) la fe no produce ganancia personal sino liberación comunitaria. Frente a la exigencia del perdón,  los Apóstoles no piden fe para beneficio personal, sino para entrar en una dinámica de reconciliación comunitaria. Para quien la fe es un asunto de "salvación propia, salvación del alma propia", el evangelio le traza un nuevo horizonte: la fe es inútil porque no produce utilidad personal, sino que va germinando una nueva humanidad capaz de reconciliación. La in-utilidad de la fe también se manifiesta en el servicio pastoral, ahí cuando una persona experimenta que lo que hace no sirve de mucho, que no cambia estructuras, pero que es capaz de hacer aquello que le corresponde hacer, movido no por la utilidad, sino precisamente por la in-utilidad: la verdadera lógica del servicio y del perdón. 


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