domingo, 8 de febrero de 2015

Otra historia posible

V Domingo Ordinario 
Mc 1, 29-39

La campaña publicitaria de Sears México «Lo quiero, lo compro, lo tengo» sintetiza el deseo de poseer como un punto de inicio de una historia. Como si se tratase de una fórmula a seguir (a + b = c) –en estos tiempos es más fácil buscar fórmulas prácticas que caminos por descubrir– este moto publicitario pone en marcha una historia; una buena frase es capaz de iniciar historias…  O como si se tratase de un razonamiento: lo quiero, (porque puedo quererlo), luego lo compro (porque puedo comprarlo), luego lo tengo (porque puedo tenerlo) y su común denominador: el “puedo”.  

La historia se escribe,  desde el deseo del “poseer”. Una historia escrita desde los no-límites. La falta de establecer límites a las ganancias (las ausencias también inician historias), garantiza la continuidad de un sistema generador de víctimas.

Las lecturas de este domingo, tienen que ver con otra historia posible. No es el deseo del poseer -a costa de las consecuencias de la realización de ese deseo-, sino el sufrimiento del hombre el que vertebra la trama: «Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor» (Primera lectura).  Por eso, para el israelita, Dios (quizá solo puede ser Dios porque) es el que «sana a los que están afligidos y les venda las heridas» (Salmo responsorial). Y Pablo, desde una vida irrumpida por el Dios humanizado, «siendo libre, se hace esclavo, débil con los débiles, todo para todos» (Segunda lectura)


Marcos presenta a Jesús curando, iniciando una historia nueva (¡es el capítulo 1 del evangelio!) Curar, para Jesús, no es una manifestación de poder, sino una toma de postura frente a una realidad concretísima y por tanto, una relación con el otro. Si Dios entra a la historia, o lo hace curando o no fue Dios quien se metió a la historia.