viernes, 3 de enero de 2014

No es en el poder donde se encuentra al Dios-con-nosotros

Domingo 5 de Enero de 2014
La Epifanía del Señor
Mt 2, 1-12

Según los relatos de los evangelios, Jesús nació "en los bordes". No en la ciudad, pues "no había lugar para ellos". Fue en la periferia donde hubo lugar. Y más aún, Jesús muere "en los bordes"; es echado fuera del sistema. Y además, gran parte de su actividad, la hizo "en los bordes". Jesús, pues, nació, vivió y murió "en los bordes". 

El texto del evangelio de Mateo, presenta a unos magos de Oriente que, guiados por una estrella, salen en busca del rey de los judíos. Sin embargo, cuando lo buscan en la ciudad, la estrella deja de brillar. Cuando lo buscan donde se supone que el rey habría de estar (en el palacio de Herodes), no lo encuentran. Sólo hasta que salen de su palacio, la "estrella vuelve a brillar".  Sólo hasta que invertimos lógicas, encontramos a Dios. 

Lo que el relato nos viene a advertir, por una parte, es que no es en el poder donde se encuentra al Dios-con-nosotros. Por otra parte, nos plantea que es en la perfieria donde se le encuentra. Y es que el nombre de Emmanuel (Dios-con-nosotros) implica la solidaridad de Dios para con el que vive arrojado en las periferias. No podría ser el Emmanuel del lado de los poderosos. 

En la Iglesia que, argumentando una ilusa "prudencia" se situa al lado de los poderosos de este mundo, la estrella no brilla. Esto habremos de entenderlo pronto, antes de que sea más tarde de lo que ya es. 

Los magos buscan a un rey. pero también su expectativa se ve superada, puesto que este rey es bastante poco rey, según hubieran imaginado. El Reino de Dios es otra lógica a la de los reinos de este mundo. La realeza, o soberanía de Dios no se mide bajo los estándares del poder, sino que se experimenta bajo la acción solidaria y misericordiosa: 

Para Jesús, el reino incluye la superación de las relaciones de poder humillante, el dominio represivo del hombre por el hombre: es un reino de servicio mutuo [...] La venida del reino de Dios tiene en Jesús un factor humano de mediación. La solicitud del hombre por sus semejantes es la forma visible en que se manifiesta la venida del reino de Dios; tal es el camino que recorre la soberanía de Dios (SCHILLEBEECKX, E.  Jesús, la historia de un viviente. Trotta, Madrid 2002, p. 132, 140) 
Por eso la estrella ha dejado de brillar en el poder, porque la manera en como éste se ejerce suele ser "dominante y represivo". Y sólo desde un corazón situado en los bordes y desde un testimonio que brota precisamente desde los bordes, el Reino se abre paso, como estrella que vuelve a brillar. 


El salmo de este domingo sintoniza con ese anhelo de justicia, tan ausente en el poder ejercido actualmente; por eso, el salmista proclama: "Comunica, Señor, al rey tu juicio / y tu justicia al que es hijo de reyes; / así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres / y regirá a tu pueblo justamente / Florecerá en sus días la justicia . y reinará la paz, era tras era" (Salmo 71)