martes, 2 de julio de 2013

¿Entretenerse con la libertad?

"Para ser libres hemos sido liberados, así que no queramos volver a someternos a la esclavitud". Esta paráfrasis del texto paulino de Gal 5,1 no es una pura afirmación de una obviedad. Se trata de una afirmación que sin pretender definir la libertad mantiene cierta negatividad o carácter crítico que en cierto modo es condición fundamental para la libertad.
Dada por descontado, la libertad aparece como uno de los más importantes mitos de nuestra época. "Todos los seres humanos son libres". Esta afirmación se ve confrontada al menos por tres situaciones de la realidad contemporánea:
1) La reducción de la libertad al ámbito del entretenimiento. Los lugares de ejercicio de la libertad suelen ser ordinariamente los relativos a causas pequeñas: el berrinche del niño que no desea comer su sopa, la pelea del adolescente por obtener un permiso o desvelarse chateando, del joven que desea le den dinero para divertirse, el adulto que desea "su espacio", etc. Sobrecargados por las normas y restricciones de la vida cotidiana pareciera ser que los lugares por excelencia para el ejercicio de la libertad son cosas pequeñas que, o hacen más llevadera la dura realidad o simplemente ofrecen una satisfacción momentánea, cierta sensación de soberanía sobre uno mismo. La idea de la puesta en juego de la libertad (comprometerse) por causas de mayor empeño, riesgo, se muestra -al menos en apariencia- carente de capacidad de convocación. En otras palabras, pareciera que la libertad está más relacionada con el entretenimiento (satisfacciones momentáneas e individuales por lo general) que a la liberación de otros (cambio estructural, apuestas de mayores implicaciones). Puesto así, pareciera que la libertad lejos de liberar en un sentido fuerte, sólo posee una connotación de válvula de escape para reducir la presión o stress, o para calmar las ansias por medio de una sensación de satisfacción. La libertad pasa a formar parte de los medios (y funciones) de entretenimiento. Esta función no es despreciable, lo problemático es la reducción a sólo esta faceta de la libertad.

Y es que 2) la idea difusa de la igualdad en términos también de libertad puede ser un buen pretexto para la indiferencia. Al asumir que todos son libres, ignorando la situación de aquellos cuya situación de vida los coloca no sólo al borde de la humanidad sino prácticamente los expulsa hacia esa región de marginalidad en la que no es posible sobrevivir sin romper las "reglas del orden". En algunas situaciones humanas la libertad es una palabra que o no aparece casi -pues o carece de sentido en dicho contexto, o es una aspiración de difícil acceso-  o es la justificación empleada por otros para desentenderse de su pobreza y exclusión. El presupuesto de la igualdad en la libertad se puede usar para exigir responsabilidad acorde al "orden público" a aquellos que para sobrevivir sus únicas opciones son o la delincuencia o la infrahumanidad -aceptar ser menos que humanos.
No se niega que la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos en referencia a la libertad es algo que tiene un carácter de "imperativo" (algo que debe ser), pero esto parece diluirse ante la falta de quien se descubra interpelado para llevar a cabo dicho "imperativo".

3) La libertad desde la gratuidad.
Ante la intensidad de la libertad como entretenimiento (dimensión afectiva de la libertad como calmante para la angustia) y la ambigüedad del presupuesto de la igualdad en la condición de libertad (dimensión ideológica de la libertad como neutralizador de culpa y/o responsabilidad) la posibilidad de una alternativa que pueda hacerles frente es todo un desafío. Es por eso que la propuesta del seguimiento de Jesús, p.ej. en el texto de Lc 9,51-62, constituye una fuerte llamada a darle este sentido fuerte a la libertad: poner todo en juego -incluso la libertad misma al comprometerse- por algo que va más allá de uno mismo.
Lejos de seguir a Jesús como efecto de una obligación o necesidad sin alternativa, el seguimiento aparece enmarcado como algo que bien podría no hacerse, pero que de ser acogido como opción de vida, se trata de una opción exigente, una liberación de la libertad mediante el compromiso con una práctica liberadora hecha gratuitamente. Precisamente al no haber ninguna obligación "de Ley" para aceptar, sin amenaza, ni castigo, la opción ha de ser realizada desde la gratuidad. Este planteamiento no pretende ser una opción irracional o basada en puro voluntarismo. Se trata de la condición de verdad de la libertad misma, no como una propiedad individual -especialmente al comparar que en la antigüedad ésa era una categoría o diferenciador social mientras que en la actualidad se pretende que sea igualador social independientemente de la clase social o nivel socioeconómico- sino como un acto de donación y compromiso. Los tres ejemplos en relación al seguimiento presentados por Lucas ponen claro esto: se trata de una apuesta con una buena dosis de incertidumbre, de no saber del todo las implicaciones; la opción del seguimiento implica la disposición a rupturas significativas; y finalmente implica un ponerse en juego en serio, cierta fidelidad a la causa con la que se compromete. ("no tener donde reposar la cabeza", "dejar que los muertos entierren a sus muertos" y "no poner la mano en el arado y mirar hacia atrás" respectivamente).

En síntesis, a través de la propuesta del seguimiento de Jesús el evangelio introduce una provocación de y a la libertad de tal modo que ésa pueda ser no sólo un potencial de decisión y o elección, sino también  potencial de verdad, potencial de verdad que no concluye en el puro individuo sino que pasando por la ruptura -incluso de la libertad misma- hace posible su verdad misma: liberar en vez de esclavizar o mantener esclavizados, apuesta responsable y comprometida en vez de puro cinismo o ingenuidad, entrega radical y gratuita antes que intercambio comercial. Si bien es cierto que Jesús elogia a quien es fiel en lo pequeño, eso no implica que la libertad en el contexto cristiano deba reducirse a pasar la vida con serenidad o a su experiencia como propiedad y bien privados, al contrario se le potencia para que haga posible algo más grande que sí misma… la libertad no es fin a sí misma, so pena de volverse esclavitud. Lo que sea que el Reino es, es una liberación de la libertad a través de una alianza o compromiso profundos, es por ello que no basta la actitud y capacidad de crítica si no que es necesaria la capacidad de ponerse en juego, de comprometerse con algo… con el Reino. "Entretenerse -demasiado- con la libertad" puede ser ocasión de su pérdida, o de la marginación de otros respecto de ella…

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